martes, 3 de agosto de 2010

Inspiración


Estoy escribiendo esto como una queja, no en voz alta, pero si estilo blogera latosa. ¿Por qué? Pues simplemente porque si lo grito en la calle puede que menos gente me pele.

¿De qué me estoy quejando? Diría mi madre que me quejo siempre de todo, aun que sea un poco, pero que siempre tengo algo que sacarle a las cosas, más cuando yo las hago. Y pues hasta cierto punto tiene razón, siempre que término algo me quedo con la sensación de que no está bien hecho, pero lo dejo así, no me gusta corregir, a menos que sea imperativo.

Notaran qué después de dos párrafos todavía no digo cual es mi inconformidad, bueno pues ahí les va: Me quejo de eso que llega cuando se le da la gana, sin importarle si es el mejor momento, si la esperamos, si la queremos, si la podemos utilizar y se larga como llego, sin preguntar, sin saludar ni despedirse, ni decir se va a volver; la inspiración.

Por lo general no estoy muy peleada con ella, de hecho tenemos buena relación y no se me hace tanto del rogar. Sin embargo de un tiempo para acá habíamos tenido conflictos, no de ausencia sino de tiempo y organización. Digamos que no estaba poniéndole la atención que se merece. Suena como a un noviazgo de años y aun que pueda ser curioso así lo veo.

Empecé a tener menos tiempo para ella, no podíamos convivir como antes, no sé si es que mi insomnio comenzó a disiparse y duermo más de lo acostumbrado, ó que me he dado tareas que por lo general delegaba, qué he hablado con más personas y estoy menos tiempo sola, no sé si es algo en especifico o todo en conjunto, pero al final ya no pasábamos tiempo de calidad.

Perdí la costumbre de cargar mi libreta y mi pluma por si una idea llegaba de improvisto a cualquier hora del día en cualquier lugar. Comencé a sólo jugar con los pensamientos sin asentarlos en ningún lado y se convertían en pensamientos rebuscados que se esfumaban al paso de otra idea, con el sonido de un camión, con la pregunta de algún amigo. Total que no podía profundizarlas y menos crear algo a partir de eso.

No sé si la inspiración enojada conmigo o a manera de berrinche me ha estado visitando más que de costumbre, pero en los momentos más inapropiados. Dirán que es raro que alguien que pretende llamarse “intento de escritor” se queje de la compañía de la inspiración, que por lo general ellos se alarman cuando falta en sus vidas. Sin embargo véanlo de esta forma: si la inspiración no está lo peor que puede pasar es que pierdas el tiempo esperándola, tarde que temprano te cansaras y comenzaras a hacer cosas y en algún momento ella llegará a ti cuando menos la esperes. Pero cuando tú no la buscas, cuando no puedes atenderla, cuando no hay ni un segundo que entregarle, entonces ¿qué se puede hacer?

Y eso me ha pasado desde hace un par de días, estoy casi dormida, en esas ocasiones que casi estas seguro de que estas soñando y llega algo, una idea, un tema, frases, casi escritos completos y estructurados y me digo “los escribo mañana”, pero en la mañana tengo que hacer otra cosa y termino por no hacer nada. Voy manejando y el transito esta fluido (cosa rarísima) y es entonces cuando las ideas llegan. Estoy rodeada de amigos y ¡bam! En ese momento se me ocurre algo. Me estoy bañando, hablo de los problemas que sufre un amigo, estoy trabajando, escuchando mi madre, en casa del vecino, comprando las tortillas. Total mi adorada inspiración llega cuando no puedo atenderla con gusto.

Y cuando trato de retomar todo lo surgido en los peores momentos, las ideas ya están deslavadas. ¿Cómo decirlo? Sobre trabajadas, ya le di muchas vueltas, lo pensé de más para que no se me olvidaran y ya suenan sosas, baratas, sin chiste, o cómo muy churriguerescas (dependiendo de la situación) total que no siento que valga la pena escribirla, cuando puedo hacerlo. Y acabo arrojando cosas que pudieron resultar decentes al bote de basura repleto de las cosas que no terminare, por lo menos no a corto plazo.

Pienso solucionar esto, empezando desde hoy y para hacerlo, definitivamente regreso a mi acostumbrada y exagerada dosis de café diaria, hay cargar con mi cuaderno y mi pluma morada, a ser menos productiva y a andarme sola más horas del día. No voy a arruinar mi relación de tantos años con esa dama tan caprichosa que se llama inspiración.

4 comentarios:

  1. Asi pasa hay que apuntar esas ideas en el momento para despues desarrollarlas mejor por que si no se esfuman y luego regresan pero como otra cosa, o de plano se olvidan. Y en realidad la inspiracion no existe solo pomerse a trabajar y ahi surgiran mas ideas segun lo que se haga.

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  2. ¡Bravo Br3n! Hablando de esa 'dama caprichosa' tu blog me ha inspirado a hacer lo mismo. Yo no soy tanto escritor como soy dibujante, quisiera serlo, sin embargo de un tiempo para acá me ha pasado exactamente lo mismo que a ti.

    De pronto veo mis mangas desenvolverse frente a mis ojos y no los puedo traducir al papel en ese momento, veo mi relato épico del caballero, pinturas, dibujos, todo mientras me desplazo de un lado de la ciudad al otro para estudiar, o igual cuando estoy por dormir. Yo no puedo volver a mi adicción al café, sigo siendo un insómnico de lo peor (y con colitis) pero puedo seguir tus pasos de estar más tiempo a solas y siempre cargar con lápiz y papel.

    Muchísima suerte. Estaré al pendiente de tu progreso. Atte 'Kaito' JoQuer.

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  3. Las musas son caprichosas. Te entiendo muy muy bien. A veces es frustrante. Unos dicen que con disciplina se arregla eso, yo no lo creo. A veces las musas simplemente se van de vacaciones. Saludos.

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